jueves, 16 de enero de 2014
lunes, 30 de diciembre de 2013
al levantarme a la mañana
tomo el voto con todos los seres
de escuchar a quienes amo,
especialmente las cosas que no dicen.
mirando el cielo antes del amanecer
tomo el voto con todos los seres
de abrir esos ojos impecables
que dieron la bienvenida a la estrella de la mañana.
preparándome para entrar a la ducha
tomo el voto con todos los seres
de lavar hasta el último residuo
de pensamiento acerca de ser puro.
dándome vuelta para usar el inodoro
tomo el voto con todos los seres
de honrar el conocimiento de mi cuerpo
acerca de qué retener y qué descartar.
enjabonándome para una afeitada
tomo el voto con todos los seres
de cortar mi tonta vanidad
y confiar en lo que está allí debajo.
aunque durante la noche surgieron cosas que quiero revisar
tomo el voto con todos los seres:
primero, regar las plantas del baño
luego, el turno de los platos.
ofreciendo arroz al buda
tomo el voto con todos los seres
de honrar tu gentil mandato
de mantener simple nuestro sustento.
al tocar una campana en el templo
tomo el voto con todos los seres
de sonar verdadero en cada momento:
suave, constante y claro.
tomando refugio en la sangha
tomo el voto con todos los seres
de abrirme al canto de los pájaros
y al comportamiento extraño de los amigos.
tomando asiento en el zendo
tomo el voto con todos los seres
de reconocer que acá está lo sagrado:
este trasero, este cuerpo, esta respiración.
cuando me inclino ante mis hermanas y hermanos
tomo el voto con todos los seres
de incluir a mis hermanas y hermanos
de la antigüedad sentados aquí con nosotros.
sentado solo en zazen
tomo el voto con todos los seres
de recordar que estoy sentado con
montañas, niños y osos.
cuando la reunión se vuelve ruidosa y quilombera
tomo el voto con todos los seres
de aferrar mi respiración como timón
y tomar cada ola como viene.
cuando otros muestran ira y malicia
tomo el voto con todos los seres
de escuchar la verdad que hay en el mensaje
ignorando la forma en que se dice.
cuando estoy preocupado por mis apegos
tomo el voto con todos los seres
de recordar la interdependencia:
si no estuviera apegado estaría muerto.
sintiéndome tóxico y con dolores en mis articulaciones
tomo el voto con todos los seres
de reconocer que todos estamos muriendo
y reconfortarme con un té con limón.
cuando alguien cercano a mí muere
tomo el voto con todos los seres
de establecerme en la cercanía última
y continuar nuestro diálogo allí.
cuando se acerque mi muerte inminente,
hago votos con todos los seres
de estar en armonía con el proceso natural,
en paz con lo que venga.
tomo el voto con todos los seres
de brindar paciencia y cuidado, y el gozo
de nueva vida a nuestra antigua danza.
cuando los niños de ponen caprichosos y quejosos
tomo el voto con todos los seres
de parar lo que estoy haciendo y abrazarlos
y mostrarles que sé que hay momentos difíciles.
cuando me convierto en alguien desagradable
tomo el voto con todos los seres
de reflexionar sobre cómo pasó todo esto
y descubrir mi larga y oculta cola.
cuando siento pánico al perder mis puntos de apoyo
tomo el voto con todos los seres
de reconocer que el error es el pánico,
y no la pérdida del terreno conocido.
cuando estoy acosado por problemas personales
tomo el voto con todos los seres
de sentarme en zazen
y confiar en que el camino se hará claro.
cuando estoy desencantado conmigo mismo
tomo el voto con todos los seres
de sonreír a mis preocupaciones superficiales
-todavía no estoy tocando lo fundamental.
cuando miro las variadas opciones
tomo el voto con todos los seres
de extinguir mis caprichosas conjeturas
y dejar que los dedos de los pies me guíen.
cuando los pensamientos caprichosos son persistentes
tomo el voto con todos los seres
de imaginar que aun el buda
tenía ideas tontas a veces.
cuando los pensamientos forman una procesión interminable
tomo el voto con todos los seres
de notar los espacios que hay entre ellos
y dar a los zorzales una oportunidad.
en medio de un ciclo de pensamientos paranoicos
tomo el voto con todos los seres
de disfrutar de un vaso de agua fría
y salir a mirar el cielo.
cuando mi cabeza es un alboroto de trivialidades
tomo el voto con todos los seres
de relajarme de buen humor en la paciencia,
como si estuviera con un niño travieso.
cuando un demonio interrumpe mi zazen
tomo el voto con todos los seres
de explicar que estoy ocupado justo ahora,
ya trabajaremos sobre esas cosas luego.
cuando me despierto a las dos de la mañana
tomo el voto con todos los seres
de encender incienso y sentarme en mi cojín
-es tiempo de que realmente despierte.
cuando el enojo alza mi voz
tomo el voto con todos los seres
de tomar la mano del otro
y conspirar en silencio por un rato.
cuando me quedo sin nada que decir
tomo el voto con todos los seres
de descansar contento al saber
que en realidad no hay nada que decir.
cuando sea que me encuentro desanimado
tomo el voto con todos los seres
de seguir el ejemplo del zorzal
que le canta aún a lo más sombrío.
mirando hacia el cielo
tomo el voto con todos los seres
de recordar este techo infinito
en cada morada de mi vida.
cuando el día se vuelve más y más caluroso
tomo el voto con todos los seres
de retornar al lugar del no clima
y disfrutar del amoroso calor del sol.
viendo trabajar a una araña
tomo el voto con todos los seres
de apreciar la red del universo:
tocas un punto y todo se mueve.
mirando a las hormigas limpiar completamente la cocina
tomo el voto con todos los seres
de limpiar toda la basura de mi escritorio
y las sobras de miga en mi cabeza.
cuando un tren traquetea en el cruce
tomo el voto con todos los seres
de recordar a mi madre y a mi padre
e imaginar sus pensamientos en la noche.
cuando la gente me alaba por algo
tomo el voto con todos los seres
de retornar a mi huerta
y reconocer de dónde vienen las cosas.
cuando la comida está demasiado picante por la pimienta
tomo el voto con todos los seres
de sonreír a mi anfitrión y comerla
y contar una larga historia divertida.
cuando ofrezco comentarios críticos
tomo el voto con todos los seres
de ser claro respecto de que no culpo a nadie
por el error que de algún modo apareció.
cuando se me ofrece sexo sin significado
tomo el voto con todos los seres
de recurrir a mi reserva de afecto
y gracia cuando lo rechazo.
cuando la vaciedad preocupa a alguien
tomo el voto con todos los seres
de sugerir que si todas las cosas son vacío
no hay nada de qué preocuparse.
cuando estoy tentado de exponerlo todo claramente
tomo el voto con todos los seres
de recordar las palabras de mis superiores:
"la explicación solo conduce a la duda".
cuando alguien inquiere acerca del zen
tomo el voto con todos los seres
de comenzar mi respuesta explicando
que realmente no hay doctrina en absoluto.
cuando algo se rompe mientras trabajo,
hago votos con todos los seres
de usar la energía que brota de la pena
y recoger los pedazos con cuidado.
cuando me atrae mirar crímenes por tv
tomo el voto con todos los seres
de sonreír a mi propio pequeño drama
y desenmascarar al que mata el tiempo.
cuando un servicio público falla
tomo el voto con todos los seres
de admitir el obvio desafío
-es tiempo de que plantemos más porotos.
en el punto donde todo se desvanece
tomo el voto con todos los seres
de ir deprisa hacia mi maestro
y ver si queda algo más.
cuando me inclino al final de zazen,
hago votos con todos los seres
de practicar esta delicadeza íntima
con la familia, con los amigos y conmigo mismo.
cuando mis esfuerzos sean claramente superados,
hago votos con todos los seres
de afrontar mis limitaciones
y dar a luz mi yo original.
al mirar las estrellas después de medianoche
tomo el voto con todos los seres
de recordar que el punto de la existencia
no tiene dimensión en absoluto.
durmiéndome por fin
tomo el voto con todos los seres
de disfrutar la oscuridad y el silencio
y descansar en el vasto no saber.
cuando los gallos cantan antes del amanecer
tomo el voto con todos los seres
de reconocer cada voz en el coro,
allí estás tú, allí estás, amigo.
robert aitken. selección de el dragón que nunca duerme
lunes, 16 de diciembre de 2013
domingo, 20 de octubre de 2013
pero es indudable que el utensilio tiene otro carácter que lo hace más importante aún, y es que marca una división entre lo que está más acá y lo que está más allá del hombre, entre el hombre y el mundo. más aún, el utensilio expresa al orden frente al mundo. y en todos los casos lleva en su estructura, por eso, los sellos de un miedo original de vivir. no importa el tamaño del utensilio. cuando ya se convierte en objeto y más grande y complicado sea, tanto mayor será la dimensión de ese miedo. las grandes maquinarias no reflejan más que un inmenso y muy reprimido miedo. y ello se agrava aun cuando al utensilio se le agrega la agresión, como cuando invade el espacio y lo llena. encierra el deseo de convertir al mundo en un patio de los objetos, como es el caso de los cohetes interplanetarios. el universo es entonces el patio familiar, donde pondremos los satélites como quien pone los muebles. en este caso, no se ha hecho otra cosa que utilizar el utensilio para agredir al mundo con el propio miedo. es una manera de simular el miedo. por eso los objetos crean un mundo paralelo al mundo real.
casi toda la revolución técnica europea va orientada a reemplazar el mundo escamoteado. los objetos creados reemplazan a la naturaleza. la técnica es un poco la creación del árbol dentro de la ciudad, es el traslado del mar y del espacio-demonio al ámbito de las calles. y ello ocurre así porque en el encierro de la ciudad había que reiniciar el arduo trabajo de adaptar la vida.
rodolfo kusch. de américa profunda, 1962
lunes, 14 de octubre de 2013
videos de the getty address, de dirty projectors (2005)
esto dicen que es una opera glitch. no sé tanto, pero sí que es hermoso y lleva casi todas las canciones de un disco que es una obra maestra y que... que...
y concierne a
dirty projectors,
james summer
miércoles, 9 de octubre de 2013
hay que ser realmente idiota para...
hace años que me doy cuenta y no me importa, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente si es el idiota quien lo expone.
puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda, pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. en realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va benissimo. lo triste es que todo va malissimo cuando uno es idiota, por ejemplo en el teatro, yo voy al teatro con mi mujer y algún amigo, hay un espectáculo de mimos checos o de bailarines tailandeses y es seguro que apenas empiece la función voy a encontrar que todo es una maravilla. me divierto o me conmuevo enormemente, los diálogos o los gestos o las danzas me llegan como visiones sobrenaturales, aplaudo hasta romperme las manos y a veces me lloran los ojos o me río hasta el borde del pis, y en todo caso me alegro de vivir y de haber tenido la suerte de ir esa noche al teatro o al cine o a una exposición de cuadros, a cualquier sitio donde gentes extraordinarias están haciendo o mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando un lugar de revelación y de encuentro, algo que lava de los momentos en que no ocurre nada más que lo que ocurre todo el tiempo.
y así estoy deslumbrado y tan contento que cuando llega el intervalo me levanto entusiasmado y sigo aplaudiendo a los actores, y le digo a mi mujer que los mimos checos son una maravilla y que la escena en que el pescador echa el anzuelo y se ve avanzar un pez fosforescente a media altura es absolutamente inaudita. mi mujer también se ha divertido y ha aplaudido, pero de pronto me doy cuenta (ese instante tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo) que su diversión y sus aplausos no han sido como los míos, y además casi siempre hay con nosotros algún amigo que también se ha divertido y ha aplaudido pero nunca como yo, y también me doy cuenta de que está diciendo con suma sensatez e inteligencia que el espectáculo es bonito y que los actores no son malos, pero que desde luego no hay gran originalidad en las ideas, sin contar que los colores de los trajes son mediocres y la puesta en escena bastante adocenada y cosas y cosas. cuando mi mujer o mi amigo dicen eso -lo dicen amablemente, sin ninguna agresividad- yo comprendo que soy idiota, pero lo malo es que uno se ha olvidado cada vez que lo maravilla algo que pasa, de modo que la caída repentina en la idiotez le llega como al corcho que se ha pasado años en el sótano acompañando al vino de la botella y de golpe plop y un tirón y no es mas que corcho. me gustaría defender a los mimos checos o a los bailarines tailandeses, porque me han parecido admirables y he sido tan feliz con ellos que las palabras inteligentes y sensatas de mis amigos o de mi mujer me duelen como por debajo de las uñas, y eso que comprendo perfectamente cuánta razón tienen y cómo el espectáculo no ha de ser tan bueno como a mí me parecía (pero en realidad a mí no me parecía que fuese bueno ni malo ni nada, sencillamente estaba transportado por lo que ocurría como idiota que soy, y me bastaba para salirme y andar por ahí donde me gusta andar cada vez que puedo, y puedo tan poco). y jamás se me ocurriría discutir con mi mujer o con mis amigos porque sé que tienen razón y que en realidad han hecho muy bien en no dejarse ganar por el entusiasmo, puesto que los placeres de la inteligencia y la sensibilidad deben nacer de un juicio ponderado y sobre todo de una actitud comparativa, basarse como dijo epicteto en lo que ya se conoce para juzgar lo que se acaba de conocer, pues eso y no otra cosa es la cultura y la sofrosine. de ninguna manera pretendo discutir con ellos y a lo sumo me limito a alejarme unos metros para no escuchar el resto de las comparaciones y los juicios, mientras trato de retener todavía las últimas imágenes del pez fosforescente que flotaba en mitad del escenario, aunque ahora mi recuerdo se ve inevitablemente modificado por las críticas inteligentísimas que acabo de escuchar y no me queda más remedio que admitir la mediocridad de lo que he visto y que sólo me ha entusiasmado porque acepto cualquier cosa que tenga colores y formas un poco diferentes. recaigo en la conciencia de que soy idiota, de que cualquier cosa basta para alegrarme de la cuadriculada vida, y entonces el recuerdo de lo que he amado y gozado esa noche se enturbia y se vuelve cómplice, la obra de otros idiotas que han estado pescando o bailando mal, con trajes y coreografías mediocres, y casi es un consuelo pero un consuelo siniestro el que seamos tantos los idiotas que esa noche se han dado cita en esa sala para bailar y pescar y aplaudir. lo peor es que a los dos días abro el diario y leo la crítica del espectáculo, y la crítica coincide casi siempre y hasta con las mismas palabras con o que tan sensata e inteligentemente han visto y dicho mi mujer o mis amigos. ahora estoy seguro de que no ser idiota es una de las cosas más importantes para la vida de un hombre, hasta que poco a poco me vaya olvidando, porque lo peor es que al final me olvido, por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del bois de boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde, o el olor de un vagón de tren cuando uno entra y se tiene un billete para un viaje de tantas horas y todo va a ir sucediendo prodigiosamente, el sándwich de jamón, los botones para encender o apagar la luz (una blanca y otra violeta), la ventilación regulable, todo eso me parece tan hermoso y casi tan imposible que tenerlo ahí a mi alcance me llena de una especie de sauce interior, de una verde lluvia de delicia que no debería terminar más. pero muchos me han dicho que mi entusiasmo es una prueba de inmadurez (quieren decir que soy idiota, pero eligen las palabras) y que no es posible entusiasmarse así por una tela de araña que brilla al sol, puesto que si uno incurre en semejantes excesos por una tela de araña llena de rocío, ¿qué va a dejar para la noche en que den king lear? a mí eso me sorprende un poco, porque en realidad el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota, se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas, y por eso aunque yo corra de un lado a otro del bois de boulogne para ver mejor el pato, eso no me impedirá esa misma noche dar enormes saltos de entusiasmo si me gusta como canta fischer dieskau. ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de giotto en padua. la idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta "l'année dernière à marienbad", ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la gare de lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio. ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre.
julio cortázar. de la vuelta al día en ochenta mundos, 1967
domingo, 6 de octubre de 2013
jueves, 26 de septiembre de 2013
sobre los grados del "moverse"
el hombre se mueve con eficacia sin ayuda de ningún implemento. caminando hace su sendero. la locomoción de cada gramo de su propio cuerpo o de su carga, sobre cada kilómetro recorrido en diez minutos, le consume 0,75 calorías. comparándolo a una máquina termodinámica, el hombre es más rentable que cualquier vehículo motorizado, que consume por lo menos 4 veces más calorías en el mismo trayecto. además es más eficiente que todos los animales de un peso comparable. el tiburón o el perro le ganan, pero sólo en poco. con este índice de eficiencia de menos de una caloría por gramo, históricamente organizó su sistema de circulación, prevalentemente basado en el tránsito*. exploró el mundo, creó culturas, sostuvo comercios y, por cuanto podamos saber, no gastó más que el 3,5 por ciento del tiempo social en moverse fuera de su hogar o de su campamento. sólo algunos pueblos, en raros momentos de su historia, probablemente consagraron más de este porcentaje del tiempo común en moverse o en ocuparse con sus vehículos y motores animales, por ejemplo los mongoles en sus guerras.
hace un siglo el hombre inventó una máquina que lo dotó de eficiencia aún mayor: la bicicleta. se trataba de una invención novedosa, a base de materiales nuevos, impensados en tiempos del joven marx y combinados en una tecnología ingeniosa.
el uso de la bicicleta hace posible que el movimiento del cuerpo humano franquee una última barrera. le permite aprovechar la energía metabólica disponible y acelerar la locomoción a su límite teórico. en terreno plano, el ciclista es tres o cuatro veces más veloz que el peatón, gastando en total cinco veces menos calorías por kilómetro que éste. el transporte de un gramo de su cuerpo sobre esta distancia no le consume más que 0,15 calorías. con la bicicleta, el hombre rebasa el rendimiento posible de cualquier máquina y de cualquier animal evolucionado.
además, la bicicleta no ocupa mucho espacio. para que 40 000 personas puedan cruzar un puente en una hora moviéndose a 25 km por hora, se necesita que éste tenga 138 m de anchura si viajan en coche, 38 m si viajan en autobús y 20 m si van a pie; en cambio, si van en bicicleta, el puente no necesita más de 10 m de anchura. únicamente un sistema hipermoderno de trenes rápidos, a 100 km por hora y sucediéndose a intervalos de 30 segundos podría pasar esta cantidad de gente por un puente semejante en el mismo tiempo.
no sólo en movimiento, también estacionado hay una diferencia enorme entre el espacio que ocupa el vehículo potencialmente rápido y la bicicleta. donde se estaciona un coche caben 18 bicicletas. para salir del estacionamiento de un estadio, 10 000 personas en bicicleta necesitan una tercera parte del tiempo que necesita el mismo número que abordan autobuses.
dotado de bicicleta, el hombre puede cubrir una distancia anual superior, dedicándole en total menos tiempo y exigiendo menos espacio para hacerlo y muy poca inversión de energía física que no es parte de su propio ciclo vital.
además las bicicletas cuestan poco. con una fracción de las horas de trabajo que exige al gringo la compra de su coche, el chino, ganando un salario mucho menor, compra su bicicleta, que le dura toda la vida, mientras que el coche, cuanto más barato, más pronto hay que reponerlo. eso mismo se puede decir respecto a las carreteras. para que un mayor número de ciudadanos puedan llegar hasta sus casas en coche, se corroe más el territorio nacional. inevitablemente el coche está ligado a la carretera, no así la bicicleta. donde no puede ir montado en ella, el ciclista la empuja. el radio diario de trayectos aumenta para todos por igual sin que por esto disminuya para el ciclista la intensidad de acceso. el hombre con bicicleta se convierte en dueño de sus propios movimientos, sin estorbar al vecino. si hay quien pretenda que en materia de circulación es posible lograr algo mejor, es ahora cuando debe probarlo.
la bicicleta es un invento de la misma generación que creó el vehículo a motor, pero las dos invenciones son símbolos de adelantos hechos en direcciones opuestas por el hombre moderno. la bicicleta permite a cada uno controlar el empleo de su propia energía; el vehículo a motor inevitablemente hace de los usuarios rivales entre sí por la energía, el espacio y el tiempo. en vietnam, un ejército hiperindustrializado no ha podido derrotar a un pueblo que se desplaza a la velocidad de la bicicleta. esto debería hacernos meditar: tal vez la segunda forma del empleo de la técnica sea superior a la primera. naturalmente, queda por ver si los vietnamitas del norte están dispuestos a permanecer dentro de esos límites de velocidad que son los únicos susceptibles de respetar los valores mismos que hicieron posible su victoria. hasta el momento presente los bombarderos americanos les han privado de gasolina, de motores, de carreteras y los han obligado a emplear una técnica también moderna, mucho más eficaz, equitativa y autónoma que la que marx hubiese podido imaginar. queda por ver si ahora, en nombre de marx, no se lanzan a una industrialización, cuantitativamente tan superior a lo que marx pudo prever, que sea imposible la aplicación de los ideales que él formuló.
*: "llamo tránsito a los movimientos que se hacen con energía muscular del hombre, y transporte a aquellos que recurren a motores mecánicos para trasladar hombres y cosas. por circulación designo todo desplazamiento de personas."
ivan illich, de energía y equidad (1975)
jueves, 19 de septiembre de 2013
lunes, 19 de agosto de 2013
hermandad
soy hombre: duro poco
y es enorme la noche. pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
octavio paz
miércoles, 7 de agosto de 2013
jueves, 25 de julio de 2013
sábado, 20 de julio de 2013
sábado, 22 de junio de 2013
martes, 4 de junio de 2013
siempre nos habla el acontecimiento, lo insólito, lo extraordinario: cinco columnas en la tapa, grandes titulares. Los trenes sólo empiezan a existir cuando descarrilan, y cuantos más viajeros muertos, más existen los trenes; los aviones sólo acceden a la existencia cuando son desviados; los autos tienen por único destino chocar contra los plátanos: cincuenta y dos fines de semana por año, cincuenta y dos balances: ¡tantos muertos y tanto mejor para la información si las cifras no cesan de aumentar! es necesario que detrás de un acontecimiento haya un escándalo, una fisura, un peligro, como si la vida solamente debiera revelarse a través de lo espectacular; como si lo significativo fuera siempre lo anormal: cataclismos naturales o conmociones históricas, conflictos sociales, escándalos políticos.
en nuestra precipitación por medir lo histórico, lo significativo, lo revelador, dejamos de lado lo esencial: el escándalo no es el grisú sino el trabajo en las minas. los “malestares sociales” no son “preocupantes” en períodos de huelga, son intolerables veinticuatro horas por día, trescientos sesenta y cinco días al año.
los maremotos, las erupciones volcánicas, las torres que se derrumban, los incendios forestales, los túneles que se desmoronan... ¡terrible! ¡monstruoso! ¡escandaloso! pero... ¿dónde está el verdadero escándalo?
los diarios hablan de todo, salvo de lo diario. lo que pasa realmente, lo que vivimos, el resto... ¿cómo dar cuenta de lo que ocurre y vuelve a ocurrir cada día, lo banal, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, el ruido de fondo, lo habitual? ¿cómo indagar en eso? ¿cómo describirlo?
interrogar lo habitual. justamente, estamos habituados a eso. no lo interrogamos, no nos interroga, no parece constituir un problema; vivimos sin pensar en ello, como si no transmitiera preguntas o respuestas, como si no fuera portador de ninguna información. ni siquiera es condicionamiento, es anestesia. dormimos nuestra vida con un sueño sin sueños. ¿adónde está nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestro espacio?
cómo hablar de esas “cosas comunes”. más bien cómo acorralarlas, cómo hacerlas salir, arrancándolas de la corriente en la que permanecen sumergidas; cómo darles un sentido, una lengua, para que hablen finalmente de lo que existe y somos.
quizá se trate de fundar finalmente nuestra propia antropología: la que va a hablar de nosotros, la que va a buscar en nosotros lo que durante tanto tiempo nosotros saqueamos en los demás. ya no lo exótico sino lo endótico.
interrogar lo que parece tan normal, que ya hemos olvidado su origen. volver a encontrar algo de la sorpresa que podía experimentar julio verne o sus lectores frente a un aparato capaz de reproducir y transportar sonidos. porque tanto esa como otras sorpresas han existido, y fueron las que nos modelaron.
lo que se trata es de indagar en el ladrillo, el hormigón, el vidrio, nuestros modales en la mesa, nuestros utensilios, nuestros horarios, nuestros ritmos. interrogar lo que para siempre parece haber cesado de sorprendernos. claro que vivimos, claro que respiramos; caminamos, abrimos puertas, bajamos escaleras, nos sentamos a una mesa para comer, nos acostamos en una cama para dormir. ¿cómo, dónde, cuándo, por qué?
describa su calle. describa otra. compare.
haga el inventario de sus bolsillos, de su bolso. interróguese acerca del origen, el uso y el futuro de los objetos que saca de ahí.
interrogue a sus cucharitas.
¿qué hay debajo de su empapelado?
¿cuántos gestos son necesarios para marcar un número telefónico?
¿por qué no se venden cigarrillos en los almacenes? ¿por qué no?
poco me importa que estas preguntas sean, aquí, fragmentarias, apenas indicativas de un método, a lo sumo un proyecto. me importa mucho más que parezcan triviales y fútiles: eso es lo que, precisamente, las vuelve tanto más esenciales que otras a través de las cuales hemos intentado vanamente captar la verdad.
georges perec. de ¿aproximaciones a qué? (en lo infraordinario). 1989
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