viernes, 6 de mayo de 2011

en resumen, le había entrado esa manía de quien cuenta historias y nunca sabe si son más hermosas las que ocurrieron de verdad, que al evocarlas traen consigo todo un mar de horas pasadas, de sentimientos sutiles, tedios, felicidades, incertidumbres, vanaglorias, náuseas de uno mismo, o bien las que se inventan, en las que no se hila tan fino y todo parece fácil, pero después cuanto más se desvaría más advierte uno que vuelve a hablar de las cosas que se ha tenido o comprendido en realidad, viviendo.
cosimo estaba aún en esa edad en que las ganas de contar dan ganas de vivir, y se cree que no se ha vivido lo bastante para contarlo, y así se marchaba de caza, estaba fuera semanas enteras, luego regresaba a los árboles de la plaza sosteniendo por la cola garduñas, tejones y zorros, y contaba a los ombrosenses nuevas historias que, de verdaderas, al contarlas, se volvían inventadas, y de inventadas, verdaderas.


italo calvino. de el barón rampante, 1957

1 comentario:

mer dijo...

! nice ...