...y ya que vamos a
contarlo pongamos un poco de orden, bajemos por la escalera de esta casa
hasta el domingo 7 de noviembre, justo un mes atrás. uno baja cinco pisos
y ya está en el domingo, con un sol insospechado para noviembre en parís, con muchísimas ganas de andar por ahí, de ver cosas, de sacar
fotos (porque éramos fotógrafos, soy fotógrafo). ya sé que lo más
difícil va a ser encontrar la manera de contarlo, y no tengo miedo de
repetirme. va a ser difícil porque nadie sabe bien quién es el que
verdaderamente está contando, si soy yo o eso que ha ocurrido, o lo que
estoy viendo (nubes, y a veces una paloma) o si sencillamente cuento una
verdad que es solamente mi verdad, y entonces no es la verdad salvo para
mi estómago, para estas ganas de salir corriendo y acabar de alguna
manera con esto, sea lo que fuere.
vamos a contarlo
despacio, ya se irá viendo qué ocurre a medida que lo escribo. si me
sustituyen, si ya no sé qué decir, si se acaban las nubes y empieza
alguna otra cosa (porque no puede ser que esto sea estar viendo
continuamente nubes que pasan, y a veces una paloma), si algo de todo
eso... y después del «si», ¿qué voy a poner, cómo voy a clausurar
correctamente la oración? pero si empiezo a hacer preguntas no contaré
nada; mejor contar, quizá contar sea como una respuesta, por lo menos
para alguno que lo lea.
julio cortázar. de las babas del diablo, 1959
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