sábado, 25 de febrero de 2012
martes, 21 de febrero de 2012
lo primero de todo es tener una máquina que a
uno le guste, la que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con
el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos y el instrumento es clave para el
que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más. segundo,
tener una ampliadora a su gusto, la más rica y simple posible (en 35 mm la más
chica que fabrica leitz es la mejor, te dura para toda la vida).
el juego es partir a la aventura,
como un velero, soltar velas. ir a valparaíso o a chiloé, por las calles todo
el día, vagar y vagar por partes desconocidas y sentarse cuando uno está
cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir
a una parte que a uno le tinque y mirar, dibujar también, y mirar. salirse del
mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto, dejarse llevar por el gusto,
mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. de a poco vas
encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas.
luego que has vuelto a la casa,
revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos los peces, y los
pones con su scotch al muro, los copias en hojitas tamaño postal y los miras.
después empiezas a jugar con las l, a buscar cortes, a encuadrar y vas
aprendiendo composición, geometría. van encuadrando perfecto con las l y
amplías lo que has encuadrado y lo dejas en la pared. así vas mirando, para ir
viendo. cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto al tiro. la
mejor las subes un poco más alto en la pared, al final guardas las buenas y
nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre). en el tope nada más
lo que se guarda, todo lo demás se bota, porque uno carga en la psiquis todo lo
que retiene.
luego haces gimnasia, te
entretienes en otras cosas y no te preocupas más. empiezas a mirar el trabajo
de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en todo lo que encuentres: libros,
revistas, etc. y sacas lo mejor, y si puedes recortar, sacas lo bueno y lo vas
pegando en la pared al lado de lo tuyo, y si no puedes recortar, abres el libro
o las revistas en las páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto en
exposición. luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora mucho
en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es
bueno y la profundidad de cada cosa.
sigues viviendo tranquilo,
dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos, porque
se pierde la poesía, la vida que ello tiene se enferma, es como forzar el amor
o la amistad, no se puede. cuando te vuelva a nacer, puedes partir en otro
viaje, otro vagabundeo: a puerto aguirre, puedes bajar el baker a caballo hasta
los ventisqueros desde aysén; valparaíso siempre es una maravilla, es perderse
en la magia, perderse unos días dándose vueltas por los cerros y calles y
durmiendo en el saco de dormir en algún lado en la noche, y muy metido en la
realidad, como nadando bajo el agua, que nada te distrae, nada convencional. te
dejas llevar por las alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto
de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con
más cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la
máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa.
aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc., aprendes a
jugar con la máquina y sus posibilidades y vas juntando poesía (lo tuyo y lo de
otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno de los otros. hazte una
colección de cosas óptimas, un museíto en una carpeta.
sigue lo que es tu gusto y nada
más. no le creas más que a tu gusto, tú eres la vida y la vida es la que se
escoge. lo que no te guste a ti no lo veas, no sirve. tú eres el único
criterio, pero ve de todos los demás. vas aprendiendo, cuando tengas una foto
realmente buena, las amplías, haces una pequeña exposición o un librito, lo
mandas a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas
de lo que son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. hacer una
exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás que se les
muestre algo hecho con trabajo y gusto. no es lucirse uno, hace bien, es sano
para todos y a ti te hace bien porque te va chequeando.
bueno, con esto tienes para
comenzar. es mucho vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier
parte. es un andar solo por el universo. uno nuevamente empieza a mirar, el
mundo convencional te pone un biombo, hay que salir de él durante el período de
fotografía.
jueves, 16 de febrero de 2012
katherine guillen
untitled (agriculture)
cloud
cat ambulance
untitled (lamentation)
people 10
the 13th sea
rock men
jueves, 9 de febrero de 2012
PESCADO RABIOSO
¿por qué seguir soportando continuamente la misma cantinela complaciente en la radio, en la tv, en todas partes?
¿por qué seguir participando así de esa caravana ciega de comercio y mediocridad rumbo a la muerte?
no te evadas. la música de ROCK esperaría mucho tiempo más por vos si no fuese tan urgente la salida al AMOR.
PESCADO RABIOSO
y concierne a
gracias,
pescado rabioso,
spinetta
jueves, 2 de febrero de 2012
adolf wölfli, santta-maria-burg-riese-traube: 100 unitif zohrn schwer, 1915 (de los cuadernos geográficos y algebráicos)
... no cuesta nada recordar al gigante wölfli, un montañés peludo y tremendamente viril, todo calzoncillos y deltoides, un primate desajustado incluso en su aldea de pastores, acaba en una celda para enajenados después de varias violaciones de menores o tentativas equivalentes, cárcel y nuevos arrinconamientos en los pajares, cárcel y más estupros hasta que al borde del presidio los hombres sabios se dan cuenta de la irresponsabilidad del supuesto monstruo y lo meten en un loquero. allí wölfli le hace la vida imposible a cuanto dios crió, pero a un psiquiatra se le ocurre un día ofrecerle al chimpancé una banana, en forma de lápices de colores y hojas de papel. el chimpancé comienza a dibujar y a escribir, y además hace un rollo con una de las hojas de papel y se fabrica un instrumento de música, tras de lo cual durante veinte años, interrumpiéndose apenas para comer, dormir y padecer a los médicos, wölfli escribe, dibuja y ejecuta una obra perfectamente delirante que podrían consulta con provecho muchos de esos artistas que por algo siguen sueltos...
julio cortazar. de la vuelta al día en ochenta mundos, 1967
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