miércoles, 25 de enero de 2012

al final, la mejor manera de viajar es sentir


al final, la mejor manera de viajar es sentir.
sentir todo de todas las maneras.
sentir todo excesivamente
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas
y toda la realidad es un exceso, una violencia,
una alucinación extraordinariamente nítida
que vivimos todos en común con la furia de las almas,
el centro hacia el que tienden las extrañas fuerzas centrífugas
que son las psiquis humanas en su despertar de sentidos.

cuanto más yo sienta, cuanto más yo sienta como varias personas,
cuanto más personalidades yo tuviere,
cuanto más intensamente, estridentemente las tuviere,
cuanto más simultáneamente sintiere con todas ellas,
cuanto más unificadamente diverso, dispersamente atento,
estuviere, sintiere, viviere, fuere,
más poseeré la existencia total del universo,
más completo seré por el completo espacio exterior,
más análogo seré a dios, sea él quien fuera,
porque, sea él quien fuere, con certeza lo sería todo,
y fuera de él sólo existe él, y todo para él es poco.

cada alma es una escala hacia dios,
cada alma es un corredor-universo hacia dios,
cada alma es un río corriendo por márgenes de externo
hacia dios y en dios con un susurro taciturno.

¡sursum corda! ¡erguid las almas! ¡toda la materia es espíritu,
porque materia y espíritu son apenas nombres confusos
dados a la gran sombra que empapa el exterior en sueño
y funde en noche y misterio el universo excesivo!
¡sursum corda! despierto en la noche, el silencio es grande
las cosas, de brazos cruzados sobre el pecho, observan
con una tristeza noble hacia mis ojos abiertos
que las ven como vagos bultos nocturnos en la noche negra.
¡sursum corda! despierto en la noche y me siento diverso.
todo el mundo con su forma visible del hábito,
yace en el fondo de un pozo y hace un ruido confuso.
lo escucho, y en mi corazón un gran pasmo solloza.

¡sursum corda! ¡oh tierra, jardín suspendido, cuna
que arrulla el alma dispersa de la humanidad excesiva!
¡madre verde y florecida todos los años reciente,
todos los años primaveral, veraniega, otoñal, invernal,
todos los años celebrando a manos llenas las fiestas de adonis
en un rito anterior a todas las significaciones,
en un gran culto en tumulto por las montañas y los valles!
¡gran corazón latiendo en el pecho desnudo de los volcanes,
gran voz despertando en cataratas y en mares,
gran bacante ebria del movimiento y la mudanza,
en celo de vegetación y florescencia rompiendo
tu propio cuerpo de tierra y rocas, tu cuerpo sumiso
ante tu propia voluntad trastornadora y eterna!
¡madre cariñosa y unánime de los vientos, de los mares, de los prados,
vertiginosa madre de los vendavales y ciclones,
madre caprichosa que hace vegetar y secar,
que perturba las propias estaciones y confunde
en un beso inmaterial los soles y las lluvias y los vientos!

¡sursum corda! ¡miro hacia ti y veo que todo yo soy un himno!
todo en mí como un satélite de tu dinámica íntima
voltea serpenteando, quedando como un anillo
nuboso, de sensaciones rememoradas y vagas,
en torno a tu bulto interno túrgido y fervoroso.
¡colma con toda tu fuerza y con todo tu poder caliente
mi corazón abierto a ti!
como una espada traspasando mi ser erguido y extático,
intersecciona con mi sangre, con mi piel y con mis nervios,
tu movimiento continuo, contiguo a ti misma siempre.

soy un monte confuso de fuerzas llenas de infinito
tendiendo en todas las direcciones hacia todos los lados del espacio,
la vida, esa cosa enorme, es la que ata todo y todo lo une
y logra que todas las fuerzas que rabian dentro de mí
no me traspasen, no quiebren mi ser, no partan mi cuerpo,
no me estremezcan, como una bomba de espíritu que explota
en sangre y carne y alma espiritualizadas hacia el medio de las estrellas,
más allá de los soles de otros sistemas y de los astros remotos.

todo lo que hay dentro de mí tiende a volver a ser todo.
todo lo que hay dentro de mí tiende a tirarme en el suelo,
en el vasto suelo supremo que no está encima ni debajo
sino bajo las estrellas y los soles, bajo las almas y los cuerpos
por una posesión oblicua de nuestros sentidos intelectuales.

soy una llama que asciende, pero que asciende hacia abajo y hacia arriba,
que asciende hacia todos lados al mismo tiempo, soy un globo
de llamas explosivas buscando dios y quemando
la costra de mis sentidos, el muro de mi lógica,
mi inteligencia limitadora y helada.

soy una gran máquina movida por grandes correas
de las que solo veo la parte que golpea mis tambores,
el resto va más allá de los astros, pasa más allá de los soles,
y nunca parece llegar al tambor de donde parte...

mi cuerpo es el centro de una volante estupenda e infinita
siempre en marcha, vertiginosamente, en torno a sí misma,
cruzándose en todas las direcciones con otras volantes,
que se interpenetran y mixturan, porque esto no está en el espacio
pero no sé dónde espacial pero de otra manera-dios.
dentro de mí están presos y atados al suelo
todos los movimientos que componen el universo,
la furia minuciosa y (...) de los átomos
la furia de todas las llamas, la rabia de todos los vientos,
la espuma furiosa de todos los ríos, que se precipitan,
y la lluvia como piedras tiradas por catapultas
de enormes ejércitos de enanos escondidos en el cielo.

soy un formidable dinamismo obligado al equilibrio
de estar dentro de mi cuerpo, de no transbordar mi alma.
¡ruge, revienta, vence, quiebra, hace estruendo, sacude,
estremece, tiembla, espumea, ventea, viola, explota.
piérdete, trasciéndete, circúndate, vívete, rompe y huye,
sé con todo mi cuerpo el universo y la vida,
arde con todo mi ser todos los fuegos y luces,
raya con toda mi alma todos los relámpagos y fuegos
sobrevíveme en mi vida y en todas direcciones!

álvaro de campos (fernando pessoa)

jueves, 19 de enero de 2012

martes, 17 de enero de 2012



y un anciano sacerdote dijo: háblanos de la religión.
y él dijo:

¿es que he hablado de otra cosa hoy? ¿no es la religión todos nuestros actos y reflexiones? ¿y todo lo que no es acto ni reflexión, sino aquel asombro y aquella sorpresa que permanentemente brotan del alma, aun cuando las manos tallan la piedra o manejan el telar? ¿quién puede separar su fe de sus actos, o su creencia de sus afanes? ¿quién puede extender sus horas delante de sí, diciendo: ésta es para dios, y esa es para mi; ésta es para mi alma, y esa para mi cuerpo? todas vuestras horas son alas que baten a través del espacio, pasando de un yo a otro.

aquel que viste su moralidad como viste sus mejores ropas, mejor sería que anduviese desnudo. el viento y el sol no abrirán agujeros en su piel. y aquel que guía su conducta por la ética, encarcela a su pájaro cantor en una jaula. la más libre canción no cruza a través de barras y alambres. y aquel para quien la adoración es una ventana que ha de abrir, pero que también ha de cerrar, no ha visitado aún el santuario de su alma, cuyas ventanas permanecen abiertas de aurora a aurora.

vuestra vida cotidiana es vuestro templo y vuestra religión. cuantas veces entréis en ella, llevad con vosotros todo vuestro ser. llevad el arado, la fragua, el martillo y la lira. todas las cosas que modelasteis por necesidad o por placer. pues en vuestros sueños, no podéis elevaros por encima de vuestras realizaciones ni caer por debajo de vuestros fracasos. y llevad con vosotros a todos los hombres. pues en vuestra adoración, no podéis volar por encima de sus esperanzas ni descender por debajo de su desesperación.

y si queréis conocer a dios, no busquéis transformaros en descifradores de enigmas. mirad mejor a vuestro alrededor, y le encontraréis saltando con vuestros hijos. y abrid vuestros ojos al espacio y le veréis caminando por las nubes, extendiendo sus brazos en el relámpago y descendiendo en la lluvia. y le veréis sonriendo en las flores y agitando las manos en los árboles.


gibrán khalil gibrán. de el profeta, 1923.

jueves, 12 de enero de 2012