domingo, 20 de octubre de 2013


pero es indudable que el utensilio tiene otro carácter que lo hace más importante aún, y es que marca una división entre lo que está más acá y lo que está más allá del hombre, entre el hombre y el mundo. más aún, el utensilio expresa al orden frente al mundo. y en todos los casos lleva en su estructura, por eso, los sellos de un miedo original de vivir. no importa el tamaño del utensilio. cuando ya se convierte en objeto y más grande y complicado sea, tanto mayor será la dimensión de ese miedo. las grandes maquinarias no reflejan más que un inmenso y muy reprimido miedo. y ello se agrava aun cuando al utensilio se le agrega la agresión, como cuando invade el espacio y lo llena. encierra el deseo de convertir al mundo en un patio de los objetos, como es el caso de los cohetes interplanetarios. el universo es entonces el patio familiar, donde pondremos los satélites como quien pone los muebles. en este caso, no se ha hecho otra cosa que utilizar el utensilio para agredir al mundo con el propio miedo. es una manera de simular el miedo. por eso los objetos crean un mundo paralelo al mundo real.

casi toda la revolución técnica europea va orientada a reemplazar el mundo escamoteado. los objetos creados reemplazan a la naturaleza. la técnica es un poco la creación del árbol dentro de la ciudad, es el traslado del mar y del espacio-demonio al ámbito de las calles. y ello ocurre así porque en el encierro de la ciudad había que reiniciar el arduo trabajo de adaptar la vida.
rodolfo kusch. de américa profunda, 1962

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