lunes, 3 de mayo de 2010

respirando

A veces respiro más fuerte y al punto, con la ayuda de mi continua distracción, un mundo se levanta con mi pecho. No digo el África, pero sí grandes cosas.
El sonido de un violoncelo, el ruido de una orquesta en su conjunto, el jazz estrepitoso a mi lado, caen en un silencio cada vez más profundo, profundo y sofocado.
Su ligero rasguño colabora (a la manera como un millonésimo de milímetro colabora en la formación de un metro) en la formación de esas ondas que se engendran por todas partes, que se parapetan, que constituyen el contrafuerte y el alma de todo.

Henri Michaux, de La noche se agita, 1934

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