A los candidatos al diploma de sensibilidad circular no es al teatro a donde se los lleva, sino a la calle, a lugares donde subsiste la miseria, o a lugares donde, por el contrario, reside el bienestar y la monotonía de la existencia sin altibajos y donde parece que no hay nada que sentir. Este es el suelo adonde se los lleva, a fin de ver qué trufas detectarán.
La prueba de la calle no es fácil aún cuando la suerte propicia os ofrezca transeúntes simples e interesantes a primera vista. Es preciso sentir rápidamente, enganchar a uno, o largar tan pronto el gancho en provecho de otro más importante por conocer y que pasa rozando el muro. Si el estudiante no ve a los transeúntes más que por lo exterior, en bocanadas de desdicha, si no engancha a los petrificados en sí mismos, a los que un viejo sentimiento encapsuló hace veinte años, un sentimiento del cual ya no pueden liberarse, mala nota para el candidato, mala nota; observamos entonces su rostro como una mano que atrapa, que no atrapa, que da, que no da... que da poco.
La prueba de la calle no es fácil aún cuando la suerte propicia os ofrezca transeúntes simples e interesantes a primera vista. Es preciso sentir rápidamente, enganchar a uno, o largar tan pronto el gancho en provecho de otro más importante por conocer y que pasa rozando el muro. Si el estudiante no ve a los transeúntes más que por lo exterior, en bocanadas de desdicha, si no engancha a los petrificados en sí mismos, a los que un viejo sentimiento encapsuló hace veinte años, un sentimiento del cual ya no pueden liberarse, mala nota para el candidato, mala nota; observamos entonces su rostro como una mano que atrapa, que no atrapa, que da, que no da... que da poco.
Henri Michaux, de Aquí, Poddema, 1946
1 comentario:
qué lindo... qué atinado...
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